domingo, 7 de junio de 2015

Escritura automá[crí]tica V



Se murió. Así es como acaba la historia. ¿Cómo que no se debe desvelar el final para mantener el interés del lector, el suspense de “tot plegat”? Todo el mundo se muere. Tarde o temprano.
Leo a Sánchez Ferlosio, sus escritos, las entrevistas que le hacen y me pongo triste. Es como andar en un patatal y de vez en cuando ver una amapola que casi no descolla entre tanta amarillez. Le dan a Juan Goytisolo el premio Cervantes el 23 de Abril y más patatal y una amapola. Y así.
Digámoslo claramente: Hay en España, en sus campos y ciudades, piedra y más piedra que sólo da para patatas. Y las pocas amapolas que consiguen asomar la cabeza sobre ese dorado rutinario, hacerse oír por sobre el consabido runrún del aire de la mediocridad acaban asqueadas, cansadas. Y se van. Unas, de verdad, y otras, terminan estando sin estar, que es la peor forma de irse.
No me acusen de insultón, irascible, faltón o yo qué sé. Es escritura automá[crí]tica. La pongo como sale. No sé de dónde viene pero no me la puedo quedar. He de echarla. Verla calentita y maloliente, dejándome la cabeza relajada, esperando la siguiente tongada.
No es importante saber si soy patata u hojarasca. Lo realmente necesario e imprescindibles es que si se es piedra, se repte y poco a poco uno se coloque de cortina, para servir al menos de pared y cobijar a lo que, poco o mucho, vulgar o extraordinario esté sucediendo dentro de la cortina. Reptar sabemos mucho pero hacia delante no hacia arriba. Eso cuesta.
Piedras que se hacen políticos, piedras que se hacen artistas de baja estofa, piedras de buhoneros que venden de todo y después piedras verdaderas, que ni tienen intenciones ni nociones pero si naciones, que quieren sus raciones. Piedras, verdaderas piedras. Piedras.
Se murió. ¿Quién? Qué más da. Es algo que se dice de todos, tarde o temprano. ¿Entonces? Piedras, muchas piedras. En mi tierra le dicen cantos. Suena mejor. Pero siguen siendo piedras. Que al morirse ya estaban medio muertas.
Piedras. Piedras.

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