Primero, no siga quien tenga alguna
intención.
Tuve un contratiempo y debido a él,
el comienzo ha tenido que ser otro, otro en el que reflejo el hecho de que por
haber tenido un contratiempo no he empezado como ya tenía pensado.
Aclarado esto, sin otra intención
que ir limpiando la sentina del barco, labor por otro lado infructuosa, no por
los frutos, como se va viendo, si no por el inagotable fondo de la nave.
Las infinitas combinaciones a las
que se prestan las prostituidas palabras, su infinita variedad de posibles
colocaciones, y hablo sólo de las que tienen cierto sentido, hacen una tarea
inútil este desembalsar constante y a toda velocidad que da la mano y el caudal
de tinta que mana de la pluma.
Pero como el divertimento no está
en conseguir un objetivo, vaciar el pozo, si no en la propia labor de hacerlo
parece que hay contento por todas las partes y la tarea continua.
Ahora mismo oigo, la ventana
abierta, el tranquilo grito de ánimo que arma la mañana. Sus ruidos
indiferentes a toda intención suenan como respiros. Coches, camiones, motos,
alguna humilde bicicleta pasan con un alma o varias en su seno. Unos pájaros
cantan porque sí. El viento de esta mañana, más que soplar pide disculpas y el
Sol que se deja oir en la piel, atroz vigilante del todo.
Y todo está conmigo, Walt Withman. Porque es así
y porque lo dijiste tú. Si no, de qué.
Me quedé un rato en blanco y ahora
lo escribo. Antes. Porque ahora escribo que antes, entre “de qué” y “me quedé”
me quedé en blanco. Y después me vino la idea de escribirlo.
Supongo que esto del automatismo
quiere decir que navegas sin rumbo, o vacías por vaciar. O sea, creyendo que el
mar obtuso se peleaba con su fondo las rocas permanecían como siempre.
Espécticas. O sea, escépticas en el aspecto. El mar no tiene remedio.
Pero esto no me parece automático.
Despreocupado, atrabiliario,
surrealista, pero ¿automático?
No, no me parece nada automático.
Ni tampoco.
Para
acabar, voy
Poniendo
la últimas palabras.
¿Últimas?
Se ríen ellas,
, en
chanza y en orgia.
Nosotros,
nunca somos últimas,
Ninguno.
De
la primera a la última.
Para ser sincero…..iba a escribirlo….pero quién quiere ser sincero,
quien quiere hacer otra cosa que, o sea yo, otra cosa que escribir y escribir…….como
respirar y respirar….y, ¿por qué?
Porque quien no respira se muere.
Robert Walser dejó de respirar, de
pasear por entre la nieve y se murió. Pero ¿fue por eso?
¿O se murió porque ya no escribía?
Aquella historia de la joven que
amaba la música pero no los instrumentos ni los instrumentistas, con lo cual
pensaríamos que ahora con los nuevos medios de reproducción musical sería feliz…
pero no, porque era muy tradicional.
No, no iba a ningún sitio aquel día
pero se murió precisamente ese día. Fin.
Esto es lo más cercano que puedo
estar de tomar café con Walt y con Robert. Sin azúcar, sin nada de azúcar.
Podía seguir en este plan……………pero, basta, es suficiente por hoy.
Segundo, como se puede ver no hablaba en vano.