lunes, 25 de febrero de 2019

Escritura Automá[crí]tica XXXVII




Teniendo en cuenta

Todo lo que nos falta es mucho mayor, es más, infinitamente mayor que lo que tenemos. Vivimos en una nimiedad, una insignificancia de años comparados con los años que hace que el mundo existe y que existirá.
Oímos sólo en una franja diminuta de frecuencias. Vemos unos tamaños limitados. Más pequeño o más grande son comparativos ridículos, pues hay cosas infinitamente pequeñas, no digamos grandes, si nos atenemos a ese espacio que se recorre en años luz, que nos son esquivas.
Qué decir de lo que tocamos, olemos o saboreamos.
Nuestros cinco sentidos son condenadamente limitados, siendo optimistas.
Y ahora vayamos con el rincón en que vivimos. Es que no es ni rincón. Comparado con lo que conocemos del Universo, ni llega a tamaño de átomo.
Es decir, vivimos de una manera ajustada y limitada, muy ajustada y muy limitada, ajustadísima y limitadísima, a tenor de lo que existe.
Y ahora lo terrorífico.
Viviendo como vivimos, aún nos lo hacemos más difícil. No tenemos bastante con oír de forma muy limitada, sino que además en esa pequeña franja de frecuencias nos insultamos, nos contamos mentiras, nos amenazamos.
En este pequeño, diminuto rincón, nos matamos y por si fuera poco estamos en el buen camino si queremos destruirlo. Entiéndase por destruirlo, hacerlo inhabitable para nosotros y demás seres vivos, porque para el Universo el concepto de inestable no me llego a imaginar qué parámetros tendrá, teniendo en cuenta lo que se mueve por ahí fuera y que conocemos. Que ya lo que desconocemos…
No tenemos compasión, no pasamos una.
Lo poco que nuestros sentidos nos hacen llegar en el espacio diminuto en que existimos el poco tiempo del que disponemos, ¿Por qué lo utilizamos para aún hacer más desgraciada nuestra existencia?
Ese sí que es un misterio.
Desentrañándolo, sí que pondría al descubierto nuestra verdadera naturaleza.
A la luz de este escenario que he dibujado y que es incontrovertible, toda otra cosa que no sea saludar, ceder el paso, sonreír, ser compasivo y solidario, es pura y absoluta ridiculez. Y petulancia. Y soberbia. Y vanidad. Es decir, todo aquello que viene a cumplir ese refrán tan sabio: Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.
Que viene a querer decir, si todo lo que hacemos no tiene un fin bondadoso y compasivo… lo que faltaba.
Teniendo en cuenta este escenario, ¿Qué clase de obra estamos interpretando?