domingo, 31 de mayo de 2020

Escritura Automá[crí]tica XL

                                Hombre, artesano, artista, genio, por ese orden.

Antes de artista está artesano. Y detrás de éste, estamos los demás, el resto de la humanidad. A partir del artesano, la creatividad es la reina.
En el camino de esta divina majestad, a medida que va adquiriendo fuerza, van quedando cadáveres de artesanos y artistas.
Con el genio creo que la creatividad encuentra a su rey. Pero como pasa con todas las relaciones, siempre tarde o temprano, aparece la horma de tu zapato. El genio desprecia la creatividad. No tiene bastante. Tanta es su capacidad de crear que nada le viene bien.
El genio es un ser excesivo. No puede parar. En realidad, como todo lo que afecta al ser humano, la creatividad es una huida. Un huida inútil porque de la vida sólo hay una forma de escaparse. Lo demás es entretenimiento. Pero como todos sabemos, mientras trapicheas todo es más llevadero.
Y la creatividad es tan perversamente atractiva.
De todos los pretendientes de la creatividad, el artesano es el más tratable. Tiene voluntad, sentido común y no se sabe si por falta o por sobra, sus pies están en el suelo.
Con el artista uno desconfía. Al estar tan cerca del genio, a veces sufre ramalazos que hacen difícil seguirle el rastro. Pero aunque le cuesta, él hace todo lo posible por parecer un artesano. A veces hasta se jacta de controlar su díscola voluntad. O sea, el artista se pavonea entre nosotros, sin perder de vista su origen y mirando con más frecuencia que de vez en cuando el horizonte inalcanzable que anhela y teme a la vez.
Un horizonte en el que el genio se sumerge, para liberarse de cualquier cosa que no sea su entrega al hecho de estar saciando siempre una sed insaciable.
Es un drogadicto.
Sus deposiciones son oro puro. Muchas veces en un estado lamentable. Alguna, incluso, se pierde y sólo decenios después o siglos, nuevas formas de entenderlo todo, hacen posible su rescate.
El genio en sus más variadas disciplinas ha arrinconado a la creatividad y ya sólo es sueño y fantasía. Que a veces no es que nadie pueda interpretar, es que ni siquiera él es capaz.
El genio es un poseído. El artista un poseedor. El artesano un  tenedor. El resto de los humanos oímos campanas.