domingo, 10 de junio de 2018

Escritura Automá[crí]tica XXX


Donquijotes no, mejor Sanchopanzas

Me he puesto a escribir este texto sorprendido de pronto al darme cuenta de que pensando siempre en que Don Quijote era el personaje admirable, soñador y vencedor de mil batallas contra los malandrines, al que yo, al que todos queremos parecernos, en realidad lo que soy es un Sancho Panza.
Sí, ese personaje cazurro, aferrado a la realidad más prosaica.  Al que es tan fácil engañar como a Don Quijote, aunque a diferencia de a éste, a Sancho Panza se le puede engañar con la realidad. Don Quijote vive sumido en la fantasía. Las cosas reales no le interesan.
Miguel de Cervantes nos avisó. Nos dijo que llegaríamos al punto que su obra narra. Sólo que lo tomamos al pie de la letra y como todas las grandes predicciones, ésta también hay que interpretarla.
Don Quijote se vuelve loco leyendo libros. Hoy y siempre se ha sabido que para volverse loco leyendo libros hay que estar loco, que nadie se vuelve loco por leer libros. La prueba eres tú mismo, que no estás loco y lees libro tras libro.
Y por contra, ahí está Sancho Panza. Nadie quiere parecerse a Sancho Panza.
Pero cuatrocientos años después de escribirse esta historia resulta que el mundo está llenándose de Quijotes. No porque haya muchos seres humanos deshaciendo entuertos, si no porque cada vez hay más seres humanos que toman como real lo que leen en los medios de comunicación.
Si comprobamos cuánto de lo que pensamos, sentimos, opinamos, cuánto del mundo que tenemos en la cabeza se ha construido con ladrillos cocidos en el horno de nuestra experiencia vemos que es muy poquito.
Vivimos en manos de las fantasías que los diferentes medios nos transmiten. No salimos a deshacer entuertos pero vemos como, constantemente, otros lo hacen por nosotros, tanto en programas de ficción como informativos. Por no mencionar esos videojuegos que directamente nos transportan sin movernos del sillón del salón por el mundo entero para que podamos matar hasta la extenuación a maleantes, malandrines o simplemente nos dediquemos a salvar obstáculos que un avispado Sansón Carrasco no para de crear para nosotros.
¡Cuántas Dulcineas del Toboso esperan a su Quijote! ¡O Julietas a su Romeo! ¡O Desdemonas a su Otelo!
Da igual.
Estamos preparados para ser Quijotes, siempre lo hemos estado y ahora los medios de comunicación nos han sorbido el seso.
Comes lo que se anuncia, escuchas la música que se publicita, lees los libros que se te echan encima desde los escaparates, hablas con amigos a los que hace años que no ves en persona como si acabaras de tomar con ellos unas cervezas, encuentras a la mujer de tu vida a través de los medios. Incluso te compras un coche que es un Rocinante pero los medios se encargan de que lo veas como un vehículo que te llevará a las estrellas. Y no llevas una bacía en la cabeza pero los medios de comunicación cada vez te la vacían más.
Estás loco. Vives en un mundo al que te han transportado los medios.
Y yo, que soy lúcido y crítico feroz, obvio estos medios. Estoy por la realidad. Valoro, sopeso, razono cada acto de mi vida. No me engañarán las fantasías. Vivo apegado a mis apetitos. A penas veo la televisión. Mantengo con internet un uso utilitario. Leo los diarios con el espíritu alerta.
Menudo soy yo. La carne sabrosa y tierna, el pescado fresco, la fruta en su tiempo, los quesos curados y las bebidas alcohólicas sin aditivos. Juego al ajedrez. Contemplo a mi enamorada y no me engaño. Veo sus defectos y sus virtudes. La veo capaz de las mayores bondades pero a veces es de armas tomar.
Nadie para mí es bueno del todo, ni malo del todo.
En fin. No vivo de fantasías.
Soy un Sancho Panza.
Con mi utilitario (mi burro), apegado a mis libros y mis cuadernillos (mi queso, mi pan, mi bota de vino) en guardia contra cualquier intento de manipulación, no veo la tele, y de vez en cuando me voy a hacer un viaje, eso sí, un viaje lo más auténtico posible, donde pueda convivir con la gente del lugar, disfrutar de sus costumbres y de su día a día. Mi ínsula Barataria.
Como a Sancho Panza, a todos los que queremos vivir en la realidad, nos pasa, que no nos damos cuenta de que la realidad ya no existe. O cada vez existe menos. O peor, nos la escatiman todo lo que pueden. Tú vive la fantasía, déjanos la realidad a nosotros, que de ella tú no entiendes.
Y mira que Cervantes nos advirtió.