lunes, 2 de mayo de 2016

Escritura Automá[crí]tica XXI



Crear



Crear es absurdo. ¿Para qué sirve?
¿Para qué le servía a Francis Bacon pintar?
¿Para qué le sirve a Miquel Barceló pintar? Lo ves, afanado, a veces de pie sobre la obra que tiene en el suelo.
¿Por qué nadie lo lleva a un manicomio?
A todas luces no está bien.
Un adulto haciendo esas cosas.
Pero no sólo las hace, si no que las vende, si no que todo el mundo se comporta como si lo entendiese, como si fuese normal.
¿El qué entienden?
¿Qué pintarrajea?
Hablamos de los que pintarrajean, pero es que hay otros que escriben.
Y lo cuentan.
Me levanto a las cinco, desayuno y escribo hasta las doce que paro para almorzar.
Casi siete horas escribiendo.
¿Y el que esculpe?
¿Y ese, que en vez de canturrear, lo que hace es escribirlo en una partitura?
¿Y el que baila?
¡Qué locura!
¿Por qué no se dedican a algo útil?
Esto es útil.
¿Por qué es útil?
¿Para qué es útil?
¿A qué esperan los cuadros de Velázquez en el Prado?
Y sobre todo ¿Por qué va tanta gente a mirarlos?
Me gustaría una respuesta clara. Clara y concisa.
O sea, este albañil está trabajando. De aquí a un tiempo habrá hecho una casa en la que vivirá gente que se protegerá con ella del frío y de la intemperie. Y del prójimo.
Ha ahí un trabajo que tiene sentido.
Llega el consabido comentario.
¿Y el espíritu? ¿Quién lo alimenta? ¿Quién le da cobijo?
El dichoso espíritu, la sempiterna alma.
Nuestro interior.
¿De verdad?
¿No hemos montado demasiado circo alrededor de nuestra supuesta espiritualidad?
¿No nace todo este montaje del hecho de ser conscientes de que moriremos?
Resumiendo, canguelo a la muerte.
Nuestra alma se nutre de nuestra muerte. De saber de nuestra muerte. Segura pero inesperada.
Vives y respiras. Sin darte cuenta. Pero nunca olvidas hacerlo. Ni cuando duermes.
Vives y sabes que morirás. No lo olvidas ni un momento, ni cuando duermes.
De ahí la alarma cuando sientes un dolor, o cuando tienes que visitar al médico.
Te morirás. Seguro. Eso, siempre está ahí. Impregna todos y cada uno de nuestros actos. Hasta el más alejado de la muerte que te puedas imaginar.
Estás carcajeándote, comiendo opíparamente y enamorado. Con salud. Da igual, te morirás. No es una frase que se repita. Lo que está ahí no hay que decirlo.
El arte no frena nada. No sirve para nada. No. No sirve.
Velázquez se murió.
Dejó sus cuadros. Vive en ellos. Vive en nuestro recuerdo.
Si pudiese verlo………..
Pero es que no puede. Se murió. Lo acabo de decir.
Lo he dicho cientos de veces.
Y lo escribo, continuo escribiéndolo. Sí.
¿Cómo podría estar no haciéndolo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario