Crear
Crear es absurdo. ¿Para qué sirve?
¿Para qué le servía a Francis Bacon pintar?
¿Para qué le sirve a Miquel Barceló pintar?
Lo ves, afanado, a veces de pie sobre la obra que tiene en el suelo.
¿Por qué nadie lo lleva a un manicomio?
A todas luces no está bien.
Un adulto haciendo esas cosas.
Pero no sólo las hace, si no que las vende,
si no que todo el mundo se comporta como si lo entendiese, como si fuese
normal.
¿El qué entienden?
¿Qué pintarrajea?
Hablamos de los que pintarrajean, pero es que
hay otros que escriben.
Y lo cuentan.
Me levanto a las cinco, desayuno y escribo
hasta las doce que paro para almorzar.
Casi siete horas escribiendo.
¿Y el que esculpe?
¿Y ese, que en vez de canturrear, lo que hace
es escribirlo en una partitura?
¿Y el que baila?
¡Qué locura!
¿Por qué no se dedican a algo útil?
Esto es útil.
¿Por qué es útil?
¿Para qué es útil?
¿A qué esperan los cuadros de Velázquez en el
Prado?
Y sobre todo ¿Por qué va tanta gente a
mirarlos?
Me gustaría una respuesta clara. Clara y
concisa.
O sea, este albañil está trabajando. De aquí
a un tiempo habrá hecho una casa en la que vivirá gente que se protegerá con
ella del frío y de la intemperie. Y del prójimo.
Ha ahí un trabajo que tiene sentido.
Llega el consabido comentario.
¿Y el espíritu? ¿Quién lo alimenta? ¿Quién le
da cobijo?
El dichoso espíritu, la sempiterna alma.
Nuestro interior.
¿De verdad?
¿No hemos montado demasiado
circo alrededor de nuestra supuesta espiritualidad?
¿No nace todo este montaje del
hecho de ser conscientes de que moriremos?
Resumiendo, canguelo a la
muerte.
Nuestra alma se nutre de nuestra
muerte. De saber de nuestra muerte. Segura pero inesperada.
Vives y respiras. Sin darte
cuenta. Pero nunca olvidas hacerlo. Ni cuando duermes.
Vives y sabes que morirás. No lo
olvidas ni un momento, ni cuando duermes.
De ahí la alarma cuando sientes
un dolor, o cuando tienes que visitar al médico.
Te morirás. Seguro. Eso, siempre
está ahí. Impregna todos y cada uno de nuestros actos. Hasta el más alejado de
la muerte que te puedas imaginar.
Estás carcajeándote, comiendo
opíparamente y enamorado. Con salud. Da igual, te morirás. No es una frase que
se repita. Lo que está ahí no hay que decirlo.
El arte no frena nada. No sirve
para nada. No. No sirve.
Velázquez se murió.
Dejó sus cuadros. Vive en ellos.
Vive en nuestro recuerdo.
Si pudiese verlo………..
Pero es que no puede. Se murió.
Lo acabo de decir.
Lo he dicho cientos de veces.
Y lo escribo, continuo
escribiéndolo. Sí.
¿Cómo podría estar no
haciéndolo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario