jueves, 12 de noviembre de 2015

Escritura Automá[crí]tica XVII



Si estoy cansado no estoy dispuesto. Si estoy sentado no estoy de pie. Si estoy sano no estoy enfermo. Si estoy casado no estoy soltero. Si soy rico no soy pobre. Si soy ciego no soy vidente. Y así.
¿Cómo contestar, pues, a la pregunta de ¿Quién soy yo?? Pregunta dentro de pregunta.
Yo soy en cada momento uno. Podré ser parecido de unas épocas a otras. Y podré ser absolutamente diferente de unas épocas a otras.
En este camino alguien se encontrará con el poso. Ese lugar en el que se supone que está la esencia de quién eres. Y puede que sea cierto, que existe ese pozo. Al fin y al cabo no deja de ser una esperanza. Pero, ¿Con quién se relaciona la esencia que eres?
Desengañémonos. La esencia es ese ser gris que mantiene la estructura que raramente sale a relucir.
Sí. Cuando ha habido un incendio y toda la carcasa queda hecha cenizas.
Sí. Cuando hay un terremoto y esa esencia es la última que se desmorona, a la vista de todos.
¡Ah!, pero, ¿Era eso?
Sí. Cuando, alguna vez, a solas te desnudas porque quieres que el aire te dé en el alma.
Tú, siempre, eres para los demás, lo que, desgraciadamente, no tiene importancia para ti.
Porque lo que es importante para ti, es inenarrable, no se puede transmitir. No hay palabras.
En el “Yo soy yo y mis circunstancias” de Ortega y Gasset, estaba insinuada la senda.
En realidad, “Yo soy mis circunstancias”, y basta, es más acertado.
Sin apelación.
Mis circunstancias son los trenes que parten constantemente de mi estación. Puedo coger el que desee o no cogerlo.
Digámoslo, casi todo el mundo es incapaz de negarse a viajar. Vivir.
Hay algunos, poquísimos, que se niegan. Son los tontos, los inadaptados, los simples, los ascetas. Tratados de manera vejatoria. La ley del rebaño.
Hay otros, también pocos, que por un momento se creen maquinistas.
Y los más, viajamos. En uno u otro tren.
Aún no soy capaz de verlo con claridad, en toda su extensión, pero al final será, en un primer estadio, “Mis circunstancias”. Y luego, al desembocar, tensando un poco más. Sólo, “Circunstancias”.
Disuelto, como siempre fue.
Circunstancias. El fluir del que habla el budismo. Al fin.


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